Fausto
- Enrique Herrera
- 4 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 8 jun
"El milagro consiste en mostrar como lo que parece poco es en el fondo mucho, mejor aún, demasiado pues termina sobrando. Es la fe en lo poco lo que luego posibilita mucho." - Pablo d'Ors (Biografía de la Luz)
Pablo d'Ors tiene un parecido en rostro a mi abuelo materno, Fausto, que en paz descanse. Es leve si, el parecido, pero suficiente para desperdar recuerdos en mi, cada vez que veo alguna entrevista a d'Ors.
Mi abuelo fue un hombre religioso, un orador fuerte y constante. Se levantaba muy temprano en la madrugada a orar, antes de que comenzara el bullicio de la mañana. Contaba con un altar ya confeccionado en un armario al lado de su cama. Oraba mientras mi abuela Isabel dormía.
Cuenta mi madre que esas oraciones matutinas le tomaban hasta dos horas. "Oraba por toda la familia, uno por uno." - decía mi madre. En alguna de mis visitas a los abuelos, entraba a su cuarto y me quedaba inmóvil mirando el altar. Sensación entre misterio y sorpresa. La religión me ha evocado estas sensaciones, hasta este día y me gusta que sea así.
Nunca lo vi orar en el altar, a mi abuelo Fausto.
En esas visitas a los abuelos, lo normal era ver a mi abuelo sentado en un reclinable, viendo la televisión. Le escuchaba murmurar constantemente. Un murmullo entre dientes. Más un balbuceo que murmullo. No entendía porque lo hacía o para que lo hacía. Llegué a pensar que lo hacia para asustar a los nietos. Conmigo lo lograba.
Dicen que mi abuelo fue un hombre de temperamento explosivo. Sé exactamente a lo que se refieren. He visto esta explosividad en otros familiares y a veces yo mismo la siento, pero se contenerla, a veces.
Nunca le vi destellos de ira explosiva, a mi abuelo Fausto.
Era todo lo contrario, quietud personificada. Pero si un balbuceador, murmurador.
"Luz del mundo." - fue la respuesta de mi madre cuando le pregunté por qué abuelo Fausto murmuraba - "Estaba diciendo 'Luz del mundo'. Se lo decía hasta a la lora que tenía de mascota. 'Lorita, luz del mundo, luz del mundo'."
"Luz del mundo" era la frase, el murmullo balbuceo. La frase del Sermón de la Montaña en corto. "Luz del mundo", "Luz del mundo", "Lu de mun", "Ludumu", "Mudumu". Eso era lo que yo escuchaba. No era un balbuceo, era una oración.
La oración lo cambió de explosivo a quieto. Mi abuelo descubrió el secreto, el milagro. Lo sabía pero no lo compartía. Nadie le comprendería, seguramente pensaba.
Lo estaba viendo orar todo el tiempo, a mi abuelo Fausto.
Murmullos hechos oración, su arma, la que le dio quietud. Poca cosa dirán ustedes. Pero le posibilitó mucho. Es más, demasiado, que hasta le terminó sobrando.
O al menos así quiero recordarlo, a mi abuelo Fausto.
EnriqueH

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